Los flysch, esas curiosas edificaciones rocosas que jalonan la práctica totali- dad del litoral natural algecireño, llaman cada vez más la atención de los que visitan la comarca del Campo de Gibraltar. Los aficionados al geoturismo recorren esos parajes naturales únicos para observar, desde tierra o a bordo de embarcaciones, las espectaculares crestas de arenisca que aflo- ran con la marea baja. Tanto Estrecho Natura como Marina Blue ofrecen salidas en barco todo el año para avistar mamíferos marinos: delfines comunes, mulares o listados viven en el interior de la Bahía. Los que se embarcan en estas aventuras marineras también quieren conocer el litoral geológico desde el mar y reconocer la avifauna que cruza el Estrecho de Gibraltar o habita en las playas y acantilados de la región. Esas embarcaciones para grupos reducidos parten de la dársena deportiva y se adentran en zonas en las que también es posible avistar orcas y rorcuales, entre otros.
La experiencia de la naturaleza no es, ni mucho menos, el único atractivo del Estrecho para los visitantes ávidos de aventura.
Con el Reino Marruecos abierto de nuevo al turismo, Algeciras suma un nuevo recurso cultural para los visitantes: la posibilidad de cruzar el Estrecho de Gibraltar en ferry, en menos de una hora, por cuenta propia o en excursiones guiadas de uno o dos días, a las exóticas y fascinantes ciudades de la región Tánger-Tetuán-Alhucemas.
Los senderos naturales que se adentran en los bosques de Algeciras, con la Bahía y el Peñón como telón de fondo, recorren parajes húmedos de laurisilva cuya vegetación no tiene nada que ver con el resto del litoral an- daluz. Los vientos de Levante y la orografía especial del terreno han dado lugar a un mi- croclima con características únicas en esta latitud. Arroyos como el del cauce alto del Río de la Miel o la Garganta del Capitán, a un paso del centro de la ciudad, presentan un caudal voluminoso todo el año, convirtiendo cualquier ruta por las inmediaciones en una experiencia única y refrescante. Tumbas de la Edad de Bronce o molinos y puentes del siglo XVIII jalonan estos senderos señaliza- dos y homologados. Junto a la huella histó- rica, abundan especies como el madroño, el ojaranzo, el avellanillo, el laurel, la hiedra y, sobre todo, el helecho. Estos espacios natu- rales se hallan, casi todos, comprendidos en el Parque Natural de Los Alcornocales o de El Estrecho, y en la Reserva Intercontinental de la Biosfera (UNESCO 2006).
Sin duda, durante los meses de verano, además de las amplias playas al norte y sur del casco urbano, o el ampliamente recono- cido parque acuático Bahía Park, son los de- portes náuticos y de viento los que llaman la atención del público más joven. Velair es una de las empresas que desarrolla su actividad en la Playa de Getares con cursos y campamentos de windsurf, kitesurf, paddle surf y kayak. También alquila material para la práctica de esos deportes por cuenta propia y organiza salidas interpretadas por el litoral de Punta Carnero, desde donde se divisan con claridad los montes de África.
Los aficionados a cualquiera de estas actividades de ecoturismo y deporte encuentran un complemento perfecto al ocio al aire libre en una gastronomía local que gana adeptos por días. El éxito de la cocina algecireña no solo triunfa en los alrededores sino que se consolida como propia y de calidad, con productos exclusivos de la zona. Tagarninas, erizo de mar, ortiguillas fritas y un sinfín de platos cuidadosamente elaborados de la cocina del mar y la montaña atraen cada año a los bares del centro de Algeciras a quienes buscan el sabor y la calidad de la dieta mediterránea. La Ruta de la Tapa y la Ruta del Atún del Es- trecho no deja indiferente a ningún gourmet.
Para conocer el pasado de la ciudad, industria romana de salazón, capital de una cora o provincia islámica y sede de la Conferencia Internacional de Algeciras, nada mejor que una visita gratuita al Museo Municipal. En la Oficina de Turismo encontrará el viajero amplia información sobre qué hacer unos días en la ciudad. Allí podrá hacerse con el folleto de la Ruta de Paco de Lucía, que va desde la casa que lo vio nacer hasta el cementerio donde reposan sus restos, pasando por un fabuloso mercado de productos frescos bajo la cúpula de hormigón más grande del mundo: no dejará indiferente a ningún amante del flamenco, la guitarra o la buena música.