Paz Ívison | El ser humano tiene dos grandes amigos, el libro y una copa de vino. Les propongo unir a ambos para que acompañen y las horas de descanso estival.
El vino de Jerez en sí mismo es como una novela policiaca al más puro estilo novela negra anglosajona, claro!!! Una especie de Philip Marlowe encerrado en una copa, también podría ser un detective de Pinkerton buscando al misterioso asesino que mata las levaduras haciendo que el fino se convierta en amontillado, por ejemplo.
Jerez, un vino tan misterioso cuya narrativa no ha desentrañado todavía las razones por las que una misma uva puede dar tanto de sí, y puede cambiar tanto de color, de sabor, de olor, de textura… Desde Shakespeare, el gran apologista del vino de Jerez -por muy poco original que resulte este dato, repetido hasta la saciedad- es bien cierto que ningún otro escritor de comparable categoría ha dedicado tanto espacio al jerez.
Nuestro ilustre Miguel de Cervantes puede medirse con el gran escritor inglés por razones obvias, y también menciona mucho al vino, pero me temo que hay sobradas razones para pensar que eran los tintos mesetarios los objetos de sus loas. Es muy probable que estas palabras de Alonso Quijano: “Los generosos vinos, que no hay néctar que se les iguale…” se refirieran al jerez, por aquello de vino generoso, pero mucho me temo que el romántico escudero pensaba y escribía en tinta roja, nunca en blanca. En aquellos años no había estatutos ni leyes del vino y la calificación de generoso como una tipología de vino concreta no estaba contemplada.
Como bien sabemos, las relaciones del jerez con los anglosajones, son seculares y encontramos en escritores de lengua inglesa numerosas referencias al sherry. En la obra de teatro Family Reunion, de T.S. Eliot, por ejemplo: “Todo lo que una persona civilizada necesita es una copa, o dos, de jerez seco antes de la cena”.
También era aficionado al jerez el ínclito y universal detective creado por la imaginación de Sir Arthur Conan Doyle, el conocidísimo Sherlock Holmes que sabía agudizar su perspectiva entre la pipa y el sherry, por lo menos en El Perro de Baskerville.
También inglés, también romántico, Richard Ford, viajero que recorría aquella España y la veía con otros ojos, a veces y en lo que a enología se refiere, ciertamente erróneos. Como experto en vinos, Mr Ford dejaba mucho que desear. Así escribía: “Los naturales de Xerez prefieren beber un vino ligero, hecho en Sanlúcar, que se llama manzanilla, que es mucho menos fuerte y más barato que el sherry. A todas las clases de personas de por aquí les gusta con pasión, pues su falta de alcohol permite beberlo en más cantidad que la de cualquier otro vino, al par que su calidad de seco actúa de tónico durante los calores agobiantes. Se puede comparar a manzanilla con el antiguo Lesbiano, el que Horacio bebía largamente a la fresca sombra y del que decía que nunca hacía daño. Transporta al consumidor a un sueño de paraíso mahometano”.
También románticos pero menos dado a dar lecciones enológicas y sólo a cantar sus virtudes, encontramos a José Zorrilla:
“¿Cuándo hubo celebridad tan famosa como el vino de Jerez. ¿Dónde hay ni panacea, ni extracto, ni elixir de más vital potencia? ”….
Y a José de Espronceda:
“Rebosen los labios en risas y vino
… y al néctar divino de fuerza el azahar…
Y al aire en confuso rumor me levanten
furiosos que canten al chipre y al jerez”
Son muchos los escritores de la zona que han dedicado párrafos, y exégesis al vino de jerez. De ellos, tal vez el más conocido pueda ser José María Pemán, que lo sentía como suyo: “Todo vino se bebe mejor si se bebe con literatura, ¿qué maravillas no podría lograr Jerez exhumando y poniendo en circulación tantas buenas letras como abonan su fuego estimulante?”.
También dentro de los escritores locales encontramos a José María Caballero Bonald, que ha hecho del vino de jerez casi protagonista de varios de sus libros entre los que cabe destacar la novela de corte realista de los años 60, Dos Días de Septiembre y la otra, más posterior, también basada en el mundo del vino de Jerez En la Casa del Padre.
Asimismo, contemporáneo y amigo suyo el escritor gaditano Fernando Quiñones que en sus Cinco Historias del Vino, derrocha jerez por los cuatro puntos cardinales de su literatura.
Fue el jerez la inspiración total de uno de los libros de Vicente Blasco Ibáñez, La Bodega, novela de corte sociológico donde los jerezanos salen bastante mal parados pero no así sus vinos: “Líquidos que brillan con todas las tonalidades del oro, desde el resplandor rojizo del rayo de sol, al reflejo suave y aterciopelado de las joyas antiguas; caldos de suave fuego aprisionados en cárceles de cristal”.
Gran escritor y periodista como Julio Camba decía: “Un buen jerez aclararía en Europa la visión de España. Los psicólogos nos comprenderían mucho mejor”.
O como César González Ruano: “Parece que la única bebida alcohólica que no sufre nada por el gusto del tabaco es el jerez. Y en la severa etiqueta del buen entendedor, es la única excepción en que un caballero puede sincronizar la bebida y el tabaco”.
¡¡Leamos y disfrutemos del regalo del jerez!!