Rocío Alfaro | El Monasterio de La Cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez, considerado el edificio religioso y monumental de mayor valor artístico de la provincia de Cádiz, encara la cuenta atrás para abrir sus puertas a visitas turísticas por primera vez y desvelar sus secretos al público en sus cinco siglos de historia.
La marcha, el pasado marzo, de las hermanas de Belén, que los últimos 20 años habían vivido en clausura en este recinto de 90.000 metros cuadrados, ha impulsado a la Diócesis de Jerez, gestora de este patrimonio propiedad del Ministerio de Hacienda, a poner en marcha este proyecto, que ya está muy avanzado.
A lo largo del próximo curso, en una fecha aún por determinar, se iniciarán las visitas guiadas de martes a domingos, en dos horarios de mañana y dos por la tarde. Una nueva web (www.cartujadejerez.es) y una app estarán disponibles para los visitantes.
Esta nueva etapa del monasterio coincide con el momento “simbólico” de la celebración, en 2024 y 2026, del 550 aniversario de la fundación del monasterio y de la llegada de los primeros monjes cartujos que lo habitaron
El origen de la Cartuja de Santa María de la Defensión hunde sus raíces en 1369 cuando se produjo entre cristianos y musulmanes la denominada “Batalla de la Defensión”. Los cristianos atribuyeron su victoria a la intervención de la virgen María, por lo que levantaron un pequeño santuario, hoy llamado Capilla de Caminantes, en el atrio de la Cartuja.
Cien años después, en 1474, el caballero jerezano Álvaro Oberto de Valeto ofreció una generosa donación para levantar el monasterio. Los cartujos vivieron en él desde 1476 hasta 1835, año en que lo abandonaron con el proceso de desamortización. En 1948 regresaron a Jerez, hasta que en 2001 se marcharon.
Su construcción abarcó un total de 400 años, por lo que por él se entrelazan el Gótico, el Renacimiento y el Barroco. Artistas de la talla de Zurbarán, Martínez Montañés, José de Arce, Pedro Roldán o Esteve Bonet contribuyeron a su patrimonio, aunque las visitas actualmente no podrán encontrar todos sus trabajos en el monasterio, ya que parte de este patrimonio, desde la desamortización y la intervención de los franceses, ha quedado disperso. Por ejemplo algunas partes de su retablo mayor, realizado por Zurbarán, están en el museo Metropolitan de Nueva York. Otras de las pinturas que este artista hizo para La Cartuja están en museos, entre ellos el de Cádiz. Y algunas piezas decorativas se han llegado a perder.
Algo, que por otro lado, no merma atractivos a unas visitas largamente esperadas y que, desde ahora, ayudarán igualmente al mantenimiento y preservación de todo el conjunto monumental, ya que precisa de fondos extraordinarios para su conservación.