Younes Nachet | A escasos metros de la céntrica playa de Los Bateles, nos encontramos con la Chanca de Conil, emblemático conjunto arquitectónico que data del siglo XVI que fue construido originalmente como un centro de actividades pesqueras, especialmente dedicado a la captura y procesamiento de atún mediante la técnica de la almadraba, una práctica tradicional que tiene sus raíces en tiempos fenicios y romanos. No en vano, la palabra ‘chanca’ proviene del término árabe ‘al-makana’, que significa fábrica o lugar de trabajo.
Durante siglos, La Chanca no solo sirvió como punto central para la economía local, sino que también se convirtió en un símbolo de la identidad cultural de Conil. Aquí se almacenaban y procesaban los atunes capturados en las almadrabas, una operación que incluía el famoso proceso del ‘ronqueo’, el despiece del atún. Además, la estructura de La Chanca reflejaba la vida comunitaria, albergando talleres de carpintería de ribera, almacenes de sal, y áreas para el secado y almacenamiento del pescado. En la actualidad se ha transformando en un espacio cultural y museístico que preserva y celebra el rico legado histórico y etnográfico de Conil.
La Chanca se ubica cerca de la Torre de Guzmán, otro monumento icónico de Conil, que se erigió en el siglo XIV. A lo largo de los siglos, ha desempeñado diversas funciones, desde torre vigía y puesto de defensa, hasta sede del gobierno local. Hoy en día, es un importante atractivo turístico y cultural. Tras varias restauraciones, la torre conserva su estructura original y se utiliza como mirador, ofreciendo vistas panorámicas de Conil y su costa. Además, alberga exposiciones y actividades culturales, continuando así su legado como un símbolo perdurable de la historia y el patrimonio de Conil.
Y en La Chanca, junto a otros espacios culturales y museísticos, ha abierto sus puertas uno de esos proyectos que marcan un antes y un después en el devenir de los pueblos que lo acogen. Hablamos de del SEMA, Sala Expositiva del Mar y las Almadrabas, que es, a día de hoy, uno de los reclamos turísticos más importantes con los que cuenta Conil y por extensión la provincia de Cádiz.
En realidad se trata de un recorrido en el que el visitante se sumerge en la historia del municipio vinculado a la mar, la pesca y las almadrabas, ya que sus orígenes están estrechamente vinculados a la ruta migratoria del atún rojo desde el Atlántico norte hasta el Mediterráneo a través del Estrecho de Gibraltar para desovar y completar su ciclo vital. Al calor de esa ruta nacieron las almadrabas que desde tiempos de los fenicios explotan ese recurso natural. Y junto a esas almadrabas nacieron municipios como Conil. “Hablamos de un pueblo que las almadrabas y el atún rojo es mucho más que un recurso, es parte de su historia, de su identidad y de su esencia”, nos relata el delegado municipal de Turismo, José Ramón Rosado.
Ese recorrido a lo largo de la historia se recorre y se recrea en las instalaciones del SEMA, que no es un museo al uso porque es una sala expositiva inmersiva que plantea al visitante adentrarse en la historia a través de los cinco sentidos para que la sienta en primera persona.
El SEMA se ha ubicado dentro de La Chanca, que es el edificio histórico de referencia que desde el siglo XVI se ha encargado de la manufactura, del corte, del despiece, del ronqueo, de la salazón, de la conservación y de la distribución de los atunes rojos capturados en la almadraba que se ubica frente a su costa. Y es que conservar in situ aporta coherencia a la pieza y aporta sintonía al mensaje que se ofrece como sala expositiva. Junto a la mar, la pesca y las almadrabas, el recorrido también realiza un guiño a la huerta de Conil, a los productos de su campo, al sector agrario en una sala dedicada a los productos locales, y ahí evidentemente tiene que estar representada su huerta, que es reconocida y reconocible por todo el mundo. Aunque la pesca y la almadraba sean productos por sí mismos, también han estado ligados a la huerta a través de la gastronomía, a través de recetas tradicionales que tanto interés despiertan, como el atún encebollado, el atún en tomate, atún al ajillo… y es que aquí en Conil la huerta y el mar se complementan perfectamente y llevan ligadas siglos.
Se trata de un recorrido inmersivo, porque a través de sus diferentes salas hay espacios que “son perceptibles solo a través de ciertos sentidos. Uno a través del tacto, como las escamas de los diferentes pescados; otros a través del oído, con el rumor del oleaje de la mar; y otros a través de la vista, como los atunes esquemáticos. Es una experiencia muy sensorial y de hecho puedes sentir cómo se siente un buzo de la almadraba cuando está en el copo en una sala que refleja un banco de atunes girando, nadando en círculo”.
Por otro lado, las paredes exteriores del SEMA cuentan con un espectacular mural gigante que ya es de por sí un atractivo turístico…Una obra maestra del artista local Adrián Torres.
El recorrido puede hacerse solo y con un guía proporcionado o bien por el Patronato de Turismo o por los hoteles y establecimientos de la zona. A través del Patronato se programan visitas guiadas por los rincones con encantos de la localidad y con lugares de interés histórico y patrimonial… Son recorridos gratuitos al igual que el acceso al SEMA, aunque las visitas guiadas a través del Patronato de Turismo sí que requieren inscripción previa.
Es una alternativa también en verano para esos días de levante que complican el ir a la playa. El recorrido por esta ‘Catedral’ de las almadrabas no solo celebra el pasado y la tradición de Conil, sino que ofrece una experiencia educativa y sensorial, permitiendo a los visitantes sumergirse en la rica herencia pesquera y cultural de la localidad, al tiempo que es un ejemplo de la importancia de la conservación y puesta en valor del patrimonio arquitectónico, cultural e histórico no solo como legado, sino como un atractivo capaz de generar riqueza y una alternativa al turismo estacionario.