La Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre cumple este año su cincuenta aniversario, medio siglo en el que se ha posicionado como una institución básica y fundamental para entender lo que significa en el mundo el caballo español y para conservar sus esencias. En mayo de 1973, el rey Juan Carlos I, siendo Príncipe de España, entregó en Jerez a Álvaro Domecq Romero, ganadero y continuador de una dinastía de toreros ecuestres, el Caballo de Oro, máximo galardón ecuestre que anualmente se concede en España como reconocimiento a la dedicación y labor realizada a favor del mundo del caballo.
Fue entonces cuando Álvaro Domecq presentó por primera vez su espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces. Y de ese espectáculo surgió la fundación y la escuela que primero fue gestionada por su creador, después por el Ministerio de Información y Turismo, más tarde por la Diputación Provincial de Cádiz y por último por la Junta de Andalucía. Ya en junio de 1987, el rey aceptó la presidencia de Honor y concedió a la entidad la denominación de “Real Escuela”. Además de la gala ecuestre del espectáculo que originó el proyecto, la Real Escuela se dedica principalmente a conservar y preservar el caballo español por medio de la cría caballar y la docencia.
En la sede del Palacio del Recreo de las Cadenas viven los 120 ejemplares entre caballos y potros que forman parte del espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces. Esta muestra de doma clásica a ritmo de música se pone en escena dos o tres días a la semana, dependiendo de la época del año, en la sede jerezana de la institución. Durante estas cinco décadas, la gala ha sido representada además en 35 países de todo el mundo en la culminación de una ingente labor que comienza en el campo donde están las yeguas que “nos van nutriendo de nuevos potros”.
El espectáculo de la Real Escuela se pone en escena dos o tres días a la semana.
La formación es otra de las patas fundamentales de la Real Escuela, en materias como la equitación en la docencia de jóvenes jinetes que se incorporan al espectáculo y en otras profesiones relacionadas con la cultura ecuestre. Es el caso de la guarnicionería, donde los alumnos aprenden a fabricar sillas de montar y otros arneses de la vestimenta del caballo; o especializaciones tales como auxiliar de clínica veterinaria equina y mozo de cuadra.
El número total de alumnos de la Real Escuela ronda los ochenta entre las cuatro disciplinas formativas, veinticinco de ellos en una extensión situada en la Yeguada Torreluna de Sevilla. Son oficios relacionados con el caballo que cuentan con salidas profesionales, ya que no es fácil encontrar personal con la capacitación necesaria y la Real Escuela se encarga de mantenerlos.
Dentro de la expansión continua que pretende esta institución, entre los próximos cursos especializados que se plantean está el oficio de herrero, ya que cuentan con profesionales que realizan esta labor, aunque la intención es formar alumnos en esta faceta”.
La Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre es sede habitual de campeonatos hípicos de primer nivel en disciplinas de doma clásica y alta escuela. Ha acogido en los últimos cuatro años catorce eventos nacionales e internacionales, entre los que destaca la Copa del Rey de Doma Vaquera, que se acaba de celebrar en las pistas jerezanas.
Asimismo, cada primavera tienen a los mejores jinetes del mundo, que se preparan para la Olimpiada o los Campeonatos del Mundo, por lo que se puede decir que Jerez es una referencia. En este sentido, hubo un “antes y un después” en la promoción del caballo español con la consecución de la medalla de plata en doma clásica por equipos para España en la Olimpiada de Atenas 2004, conjunto en el que, junto a Beatriz Ferrer-Salat, se encontraban dos jinetes jerezanos de la Real Escuela: Rafael Soto e Ignacio Rambla.
Álvaro Domecq quiso en su día que el caballo español fuera competitivo en unos Juegos Olímpicos y, gracias a un enorme trabajo, no solo se consiguió eso, sino ganar una medalla, lo que es un orgullo que lleva a gala la Real Escuela. Supuso un punto de inflexión y se demostró que el caballo español, aparte de bonito y noble, era capaz de competir. Posteriormente, el le[1]gado de Soto y Rambla ha perdurado con el relevo generacional de los jinetes olímpicos de la Real Escuela, Claudio Castilla y José Antonio García Mena, que participaron en los Juegos de Río 2016 y Tokio 2020.
Además, la REAAE ofrece a los visitantes la visita por un museo que reúne piezas únicas. Entre otras, una colección de diecinueve carruajes de tiro, algunas de 1730, con monturas y bordados para caballos y cocheros históricos.
Asimismo, el Ayuntamiento de Jerez tiene en proyecto conseguir la cesión del edificio de Sementales con la intención de destinarlo a la ampliación de las instalaciones de la Real Escuela, para que pueda desarrollar más actividades de cara a sus alumnos y visitantes.